árbitros

Ser árbitro (o juez/a en ciertos deportes) puede considerarse en ciertas disciplinas, una profesión de riesgo al alza. Lxs árbitros son DEPORTISTAS, y como tal, tienen su preparación específica, unas demandas concretas a las que enfrentarse para realizar bien su trabajo y unas circunstancias específicas que no se deben olvidar. 

Aunque hay muchos matices, en función del deporte y también del nivel (formación, tecnificación y rendimiento), a lxs árbitros se les trata con exigencia muchas más veces de las que se les trata con comprensión. Apenas se les concede el derecho a equivocarse y, en muchos deportes, siempre son los que juegan “fuera de casa” y nunca como locales. Incluso se puede decir que se acepta mucho más el fallo de lxs deportistas que el de lxs árbitros/jueces (juezas) y que, además, es muy habitual recurrir a la intencionalidad del árbitro para la toma de sus decisiones, sobre todo cuando no benefician al que vierte la crítica. 

Si vamos al deporte de alto rendimiento, evidentemente como deportistas han de tener una exigencia, como el resto de agentes deportivos implicados. Puede entenderse esa presión y exigencia por la trascendencia de sus decisiones y por el foco mediático que sobre ellxs recae en deportes como fútbol, baloncesto, etc. Son profesionales. Pero muy pronto se olvida que antes son personas, seres humanos que tratan de hacerlo lo mejor posible. Estamos en un punto peligroso porque con demasiada se les usa como un blanco fácil. 

Uno de los problemas es que esa presión desmedida sobre la labor de lxs árbitros/jueces se traslada casi en la misma proporción en categorías de tecnificación y formación. Evidentemente, se puede tener opinión crítica y, como colectivo en cada deporte, tendrán mucho trabajo que realizar para mejorar en su parcela. Pero desde luego lo primero que merecen es un reconocimiento, un respeto y un apoyo en la misma medida que los deportistas protagonistas. 

Una carga emocional muy alta y difícil de gestionar, la complejidad técnica, la colocación, la toma de decisiones, las expectativas y lo que se espera de ellxs, el tiempo de reacción, la gestión del error… lxs árbitros, jueces y colegiadxs necesitan un alto rendimiento en cuanto a sus responsabilidades. Las variables psicológicas (cohesión de grupo, motivación, atención y concentración, control del estrés, autoconfianza) influyen en la misma medida (pero de diferente manera) en su rendimiento, su aprendizaje y su formación. Se les exige un nivel y un continuo proceso de mejora. 

Sin ellos probablemente no serían posibles muchos de los deportes que practicamos.